Este síndrome se presenta cuando el ojo no puede mantener una capa saludable de lágrimas para cubrirlo.
Aunque resulte contradictorio el exceso de lagrimeo también es un síntoma de ojo seco, ya que en este caso el ojo reacciona inundándose de lágrimas de baja calidad que no aportan la suficiente hidratación y protección a nuestro ojo.
En ocasiones esta alteración puede acarrear, no sólo malestar, sino úlceras en la cornea e incluso la pérdida de visión.
Por todo ello, es muy importante poner solución a este problema.
- Las lágrimas artificiales y pomadas lubricantes ayudan a controlar la sequedad e irritación.
- Los pacientes con ojo seco más severo pueden requerir otros tratamientos.
- En todos los casos es necesario acudir a la farmacia y al oftalmólogo para buscar el tratamiento adecuado a cada caso.
Los colectivos de más riesgo son las personas mayores y mujeres en fases de cambio hormonal, ya que estas personas producen menos lágrimas debido a sus niveles hormonales.
Por otro lado, la mayor incidencia de casos en la época estival son debidos a los agentes medioambientales.
Aquí os explicamos algunas medidas útiles para evitar la sequedad ocular en estos casos:
- No exponerse a corrientes de aire que favorecen la evaporación de la lágrima (no orientar ventiladores hacia la cara, no conducir con las ventanillas abiertas, usar gafas de sol protectoras cuando estemos en el exterior, etc.)
- Evitar la sequedad ambiental mediante el uso de humidificadores.
- Protegerse de la polución ambiental, evitando atmósferas como la playa y el campo en días de viento, así como el polvo doméstico, el humo del tabaco o los disolventes.
- Forzar el parpadeo varias veces al día y limpiar las glándulas lagrimales a menudo con una toallita o un disco desmaquillador.
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